Me despierto de repente, miro el despertador, es muy
temprano todavía. La ventana al frente,
quién la puso allí, no veo el espejo reflejando la lámpara del techo, mi
peinadora dónde está, esa puerta no la conozco…dónde estoy, pienso con el
corazón agitado mientras mi cuerpo tiembla aún medio dormido. Me tengo que despertar, pero para qué, qué
tengo que hacer hoy, qué día es, dónde estoy…Tantas veces esa sensación…dónde
estoy…
Mi mente se confunde tantas veces, es como si en mis sueños
volviera a mi casa, a la que abandoné sin remedio cuando fui empujada a saltar
para encontrar refugio a la soberbia del sin sentido. Sus espacios aun me persiguen, sus
sensaciones, su olor a madera, su olor a comienzo, a ilusión.
Aquellas tardes en las que me acogía placentera cuando con
mis pequeños tesoros llegaba agitada a completar la jornada de un día lleno de
trabajo, de esmero, de planes, de proyectos, de un quehacer rutinario y
desafiante, con una energía y satisfacción por la labor completada. Por fin a vestirme de madre, de esposa, de
mujer soñadora, a respirar mi casa, con olor a esperanza, con olor a futuro.
Tantas veces confundo los espacios. Es que los espacios han cambiado y con ellos
han cambiado los paisajes, los colores, las ventanas, las paredes, los amigos,
los olores y sabores, los momentos y las prisas, las voces y las canciones, los
domingos... Parece que el tiempo se
precipita sin razón, o será que ahora soy más conciente del valor de los
minutos…
Regreso a mi presente, con un sabor a pasado divino. Pero es que mi presente también se ha llenado
de vida, mientras lucha por no separarse de esos recuerdos bonitos donde se
siembran los anhelos de mi ahora, endulzados con la añoranza de aquellos
despertares.
Y busco ansiosa no volverme presa de mi ahora, para no
añorar en un después el ayer que ya se fue.
Entonces respiro mi presente, decorado con las mejores galas de mi
pasado y me encuentro con este ahora tan diferente, lleno de una vida que no he
soñado. Pero aunque añoro mientras
suspiro, recibo este sueño como un regalo que seguro una diosa bonita, de esas
que tejen sonrisas, en su corazón me tenía guardado.
Es tanto lo que aún descubro, que jamás imaginé que danzando
en los espacios que otrora distantes y ajenos divisé, encontraría motivos para
cantarte las prosas que de mi mente escapan.
Y aunque saben a pasado, tienen el perfume de mi casa y de mi almohada,
las de ayer y las de hoy, las que añoro y las que tengo, que al final se
terminan confundiendo en los despertares temblorosos que me siguen
persiguiendo.
La mecedora de mis sueños, donde arrullaba mis noches, donde
canté a mis amores, sigue siendo cuna de mis recuerdos y reposo de mis locuras. Y en perpetua añoranza añado vida a las
palabras, que sin querer rebozan y se escapan por mis manos, y encuentro que
gritan encantadas al amor y a los sentidos, a la piel y a la caricia, que las
dejen seguir corriendo, que las dejen seguir cantando.
Y añorando mi pasado y abrazando mi presente te regalo mis
palabras, mis locuras, esas confusiones de mi mente que retuercen mis páginas
blancas y convierten en delirios mi añoranza y mi presente. Para ti, que sin querer sigues mis
pasos. Para ti, un pedacito de mi ayer y
un gran trozo de mi hoy…
Recuerdas tu pasado como si fuera presente y vive el presente con recuerdos del pasado. Como siempre bonita reflexíón.
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