Eran dos señoritas muy divertidas,
que estudiaban y querían ser muy listas.
Escribían y escribían, y llenaban las hojas de palabras, aunque no
estaban muy seguras de para qué les servían.
Se reían y conversaban. Querían
ser agradables, querían impresionarlos a todos.
Iban a clases todos los días, aunque de vez en cuando se les olvidaba
entrar al aula, más importante eran los comentarios con los grupos con los que
se encontraban al llegar. ¡Cómo se reían
estas dos señoritas risueñas! ¡Cuánta
gracia les hacían los chistes de los recesos! Sin darse cuenta se les olvidaba
que querían ser muy listas, de tanto afanarse en ser populares y divertidas.
jueves, 31 de marzo de 2016
viernes, 25 de marzo de 2016
Una historia en un diálogo
- ¿Una historia?
- Sí, una historia.
- ¿Cómo la quieres?
- Empieza y ya está, seguro se te ocurre algo.
- ¿Como si fuésemos tú y yo reinventándonos la vida?
- Si tú quieres. ¿Por qué no? Algunas veces hay que borrar y
comenzar a escribir.
- ¿Como si nos conociésemos hoy y comenzáramos a hablar de
lo que no fue, de lo que aún no existe y de lo que no sabemos que pasará?
- Me gusta.
- Comencemos con un baile.
Cierra los ojos. Me das tu mano,
tomas mi cintura, nuestros ojos se encuentran. Ya estamos bailando. Escucha, la música suena y nuestros pies se
mueven al mismo compás.
viernes, 18 de marzo de 2016
Amantes fugados de las cuerdas del destino
Todo estaba planeado para que fuese
así, sólo que los planes no los conocía nadie, quizás aquel que jugaba con los
hilos. Eran dos historias distintas pero
muy ciertas.
Ella escogió un mundo, salió de
su pequeña jaula rosada y voló. En sus
manos, muchos lápices con los que escribía sus sueños y dibujaba sus
deseos. En su bolso, una balanza en la
que equilibraba sus emociones y tomaba el peso a sus decisiones.
Él construyó una maqueta y la
llenó de imaginación. Muchos planes y
una estrategia para cada plan. Todo muy
pensado: el trabajo, los nuevos retos, el crecimiento, las perspectivas…
jueves, 10 de marzo de 2016
Lo que me gusta de ti: Una declaración fugada del corazón
Me gusta cuando me sorprendes en
cualquier momento, cuando de pronto apareces en la letra de una canción o en el
final de una poesía.
Me gusta cuando me hablas y me quedo
hipnotizada ante tus palabras y recojo tus letras que se pierden en mi sangre y
ruborizan mis mejillas. Las guardo en mi
libro azul, las leo mientras me trago tu imagen y bebo un sorbo de tu recuerdo.
Me gusta cuando me cantas una
canción y la sigo escuchando sumergida en el mar. Las olas se mezclan con la espuma de tus
versos y la playa se duerme mientras escucha tu voz.
viernes, 4 de marzo de 2016
Sinopsis de un cuerpo abatido
Me acosté destruida con todo mi
peso multiplicado. Un cuerpo sin fuerzas
es aún más pesado. Me encontraba casi
fundida en mi cama. No sé si dormía, no
sé si soñaba. Cada parte de mi cuerpo quería
gritar su presencia, quería ser escuchado.
Recuerdo que había silencio porque comencé a escuchar mi respiración,
era lenta y profunda. Todo pesaba. Sentí la sangre atropellada por mis piernas,
como si hubiese mucho tráfico en su recorrido y le costara llegar a los lugares
más lejanos. Mis pies la esperaban,
mientras cada uno de sus huesos parecía desencajarse de su sitio. Creo que se
sublevaban y cada hueso se rebelaba a su antojo gritando su lamento. Más arriba, mis caderas, reposadas a la
derecha, en lugar de estrecharse entre la cama y su peso, parece que se hacían
cada vez más anchas. Sentí que crecían
mientras el dolor las expandía. Mi cintura estaba vacía y su rigor se
descomponía haciendo que desencajara de su espacio. Mi espalda quería escaparse de aquella escena,
pero de repente entró en llanto. La
sentí quejarse, la sentí llorar. Y con
ella mis hombros, que no encontraban acomodo.
Querían librarse del cuello y gritaban desesperados buscando un consuelo
entre las sábanas que los rechazaban. Entre sus gritos y peleas mi cuerpo se
hundía en un infinito enjambre de nudos adoloridos.
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