sábado, 3 de marzo de 2018

Errantes en un sueño


-¿Quién eres, qué haces aquí?- Le preguntó él sorprendido de su presencia en aquel lugar. Y continuó: –Éste es mi espacio, me lo he inventado yo. No deberías estar aquí-.
Ella se disculpó, no supo qué contestar, sólo había salido un rato cuando él la encontró.  Aún confundida aceleró su paso y se alejó de allí. Regresó en un instante que no supo medir.  Estaba en la esquina de siempre, reposada, pensativa, después de terminar de decorar la rutina de ese día, con los accesorios de tres días después y con los argumentos de otros tantos días atrás. Daba igual cuáles… eran los de siempre. Antes o después era igual.  Cerraba sus ojos intentando escapar y cuando al fin lo había  logrado, aquel desconocido la había echado del lugar.
Mientras tanto, él seguía caminando en la misma ausencia.  Siempre tan torpe.  Solitario y errante, pero errante de equivocado, de aquel que practica el error.  Y también errante de transeúnte sin destino.  Es que así solía andar entre decisión y decisión, sin encajar nada en su lugar, o más bien, desencajando todo a su paso.  Así, como cuando la echó a ella, sin saber por qué, simplemente le pareció que ocupaba un lugar ajeno.
¡Ajeno!, he dicho ajeno.  Como si de pertenencias se tratara.  No sé cómo describir eso que pasaba ante mis ojos.  Él y ella, un desafortunado encuentro o un afortunado desencuentro.   Quizás lo segundo les quede mejor.  Regresaré a ver qué pasa…
De nuevo ella cerró sus ojos.  Estaba en su esquina solitaria de siempre.  Cansada de tantos paisajes descoloridos, llenos de trazos perfectos y de imágenes demasiado pensadas antes de ser colocadas en su lienzo aburrido y casi desteñido.
De nuevo él bajó su mirada, hasta abrazar con ella sus deseos menos dibujados y torpemente imaginados.  Sin saber qué pensar, regresó al lugar de siempre.
Él sin saber por qué, casi nunca lo sabía.  Ella sin saber hacia dónde, sólo quería irse de su propia identidad.  Salieron, cada uno de su casilla, cada uno hacia un sueño.  Y allí se volvieron a encontrar.
Era un lugar tranquilo, solitario, pero no misterioso.  No había nada cierto, todo era temporal, imaginario.  A veces luces, a veces sombras.  A veces sonoro, a veces callado.  Él solía llevar sus canciones y ella, sus emociones.  Él mezclaba recuerdos con deseos.  Ella inventaba escenas y enredaba desenlaces.  Cada uno ausente en su esquina favorita.  Cada uno presente en su sueño que creían para otros vetado.  Dos presencias solitarias encontradas sin querer en un sueño robado a la inconciencia.
-¿Eres tú otra vez?- Preguntó él mientras la observaba.  
Ella, nuevamente sorprendida, se quedó esta vez pensativa.  Lo miró intentando entender qué ocurría. –Yo no te busqué- fue lo que atinó decir –Sólo escapaba de mí y creo que me quedé dormida.  Has sido tú el que vino hasta aquí.  Aunque no sé si estoy despierta. ¿Lo estás tú?
-Yo estaba escuchando mis canciones –respondió él-, no quería estar más allí, pero no sé cómo he llegado hasta aquí, aunque creo que suelo venir. No sé si duermo, parece que sí.  Pero entonces, ¿qué haces aquí?, ¿qué hacemos aquí?
-No sé si mi respuesta importa, porque igual no lo quiero pensar –le dijo ella con absoluta seguridad-.  Así que si no te importa, me quedo aquí y si te importa, también me quedo.  Yo no elegí venir, pero me gusta estar aquí.
Sin darse cuenta se fueron de allí y sin darse cuenta volvieron a llegar.  Iban y venían, ya no cuestionaban su presencia ni extrañaban las respuestas.  Se miraban, se pensaban, allí y en cualquier lugar.  Soñando sin saber, viviendo sin pensar, buscando sin querer. Una y otra vez, mientras se acostumbraban a ese ir y venir.  Un azar, un destino, un sueño, una vida…
No encontraron culpables, no hubo culpas, sólo un existir que los unió desde un sueño.  Eso fue lo que vi, eso dejaron sentir.  Pero un día se escondieron de mí.  Tal vez presintieron mi pasión por su historia, tal vez porque sin querer los descubrí.  Es que yo también suelo ir a ese lugar cuando escapo de  mí y busco algo ajeno y a la vez tan mío.  Su sueño es el mío y hace que lo ajeno se llene de mí.  Sé que lo impregno de tanto insistir y lo vuelvo yo y lo hago mío. Una errante más, eso soy yo, como ellos, como todos.
Aún sigo despierta y no me he ido de allí.  Los espero, quiero que me cuenten más.  No sé si alguien más me observa.  Tal vez no me he dado cuenta por estar buscando los cabos que atan otras historias, mientras los míos siguen allí sin que me decida ordenarlos y hacer o deshacer mis propios nudos.
No estoy sola, sé que por eso me gusta estar allí, aunque la verdad, no sé cómo llegar y tampoco cómo salir. Entonces, mejor me quedo, tal vez sea parte de un nudo errante, en un sueño que aunque sale de mí, sigue esperando por mí.

miércoles, 31 de enero de 2018

Mi tiempo


-Tranquila - me susurró en el oído – tranquila – me susurró de nuevo, sin que yo pudiera verlo.
Busqué a mi alrededor y no estaba. Una vez más comprendí que todo tiene un tiempo.  Yo tengo un tiempo y estoy en él, aunque a veces se transforma en viento y sopla mi cara hasta hacer cerrar mis ojos.  Me empuja y me hace caer, pero también me refresca y alivia el calor de mi piel.  Yo lo dejo que sople, que cante en mis oídos, que me llene de polvo y de tierra, que me haga respirar turbulencias.  No importa, yo lo respiro porque es mi tiempo.
Me siento a ver pasar tu tiempo y el tiempo del otro y el de aquél.  Y nuestros tiempos se revuelven, son como el mar embravecido que cuando toca la arena se calma y perece. Y es que el mar también perece, se rinde a los pies de la playa y perece.  Corre hasta la orilla, empujado por su afán de perecer.  Pero no lo sabe, o tal vez olvida que el tiempo también existe para él.  Como a tantos se nos olvida…

sábado, 25 de noviembre de 2017

El rumor de un instante


Tal vez dejaste algo por el camino,
quizás fueron flores, quizás mil amores.
Tal vez olvidaste recoger algún abrazo,
quizás no sentiste, quizás te rendiste.
Tal vez no viste las luces,
ésas que brillaban desde sus ojos.
Tal vez pensaste que fue un enojo 
el que te hizo andar más de prisa.
Y sin querer decidiste, 
ya no sabes si por impulso o por pensar en su risa.
Quizás hubo calor,  tal vez sólo un poco de frío.
Creíste que soñabas y su mano tomaste.
Creíste que dormías y en sus labios despertaste.
Ya no hubo amor, fue más que eso.
Ya no hubo dolor, ni remordimiento, ni flores, ni enojos.  
Fue sólo un momento, sin olvido, sin luces,  sin prisas.
Fue sólo un beso, tal vez dos o tres.  
Bajo un árbol de cerezos que sembraste en sus ojos,
dejaste lo que olvidó el camino, 
da igual si con flores, luces o prisas,
da igual si con risas.
Tal vez fue así, tal vez no ocurrió.
Tal vez fue sólo un perfume
suave, ligero y penetrante
el que inspiró la imaginación
del rumor de un instante.

domingo, 24 de septiembre de 2017

Lo que ya no saben

Ya no saben lo que es mentira,
ya no saben lo que es verdad.
No saben si lo de antes fue cierto,
no saben si lo de ahora es realidad.
Sus recuerdos los confunden,
sus lágrimas gritando están. 
¿Fue su historia un sueño o acaso un invento del azar? 
¿Fue su verdad de humo o de mentira su andar?
Ella conoce su verdad: la de él.  Él conoce su mentira: la de ella.
Se miran y saben lo que hay detrás.
Sus labios no hablan, ya dejaron de besar.
Sus ojos no lloran, se cerraron sin hablar.
Algo pasó que todo lo hizo cambiar,
algo pasó y no lo saben explicar.
Los veo y no los comprendo, no sé si ellos lo logran comprender.
La verdad no es un sueño, es sólo la verdad.
La mentira no es irreal, se cuela y rompe la verdad.
¿Alguien lo puede explicar?
Ellos se van. Nadie se queda.
Todos contemplan el vacío.
Se toman de la mano y caminan hacia el jamás.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Crónica de un letargo

No sé si quiero o no quiero, tal vez sí, tal vez no.  No sé si abrir los ojos, tal vez los abra, tal vez no.  Tampoco sé si quiero pensar, para eso ni siquiera tengo un tal vez.  Y a mi corazón no le quiero preguntar, seguro que ya no quiere responder, quizás se ha cansado de mí.  También se cansa, igual que me he cansado yo.
Le pregunto a mis manos, ellas siempre quieren ayudar.  Pero las veo cansadas, creo que se quieren marchar, tal vez porque les he prestado poca atención y así, maltratadas, no me quieren escuchar.  Las pobres, mejor ni las miro, querrán descansar. Les regalaré una flor, a ellas les gustan las caricias suaves, tal vez se entretengan desojando sus pétalos, desojando margaritas, al igual que la canción.
Sigo con mi duda y sin ganas de pensar.  A decir verdad, sin ganas de moverme.  Como el tiempo cuando lo mueve un ventilador, lento, muy lento. Así es el tiempo cuando no quiero pensar y mi cuerpo parece que tampoco me quiere ayudar.

sábado, 9 de septiembre de 2017

La dama inquietante

Feroz como una loba hambrienta, pero a la vez tan sensual como el labial cerezo que esconde siempre bajo su pecho. Con la postura de una yegua en celo: erguida y presumida, con la elegancia de una gacela en vuelo: distante y solitaria.

A veces fría, como la copa olvidada en la mesa por los amantes presurosos que lo olvidan todo por un momento de locura.  A veces tan cálida, como el abrazo que los despierta al amanecer y les recuerda que deben irse.

Tan peligrosa como la garganta sonora de aquel que grita su verdad... Tan sutil como la bala que se desliza inclemente por el túnel del fusil.

jueves, 31 de agosto de 2017

La breve historia de dos amantes

Esta es la historia que nunca comenzó y que aun así, poco a poco va llegando a su final.  Es la historia de dos amantes que amándose, nunca se amaron, que se encontraron aunque nunca se buscaron, que enlazaron sus miradas a pesar de que nunca llegaron a mirarse. La historia que sin tener principio, creyeron comenzar y sin tener final, creyeron terminar.

Sintieron lo que no había, se inventaron un sólo corazón que no llegaron a compartir, se dijeron lo que jamás se escuchó, se escribieron las cartas que nunca llegaron.

viernes, 25 de agosto de 2017

Desde el sillón gris


Había mucha gente en ese lugar.  Todos muy distintos, con diferente caminar, de muchos colores, de muchos sonidos.  Reían y hacían.  Gesticulaban con todo su cuerpo, a veces en grupos, a veces en parejas, a veces en solitario.  Iban y venían.
Se encontraron dos y se saludaron con emoción.  Un abrazo los despidió.  Los  vi alejarse sin mucha ilusión, como si el encuentro anterior no hubiese existido.  Entonces, ¿por qué se abrazaron?... Ellos lo sabrían…
Seguí observando, no sabía muy bien de qué se trataba el lugar o la ocasión.  Conversaban tres y se sumó un cuarto.  Al parecer tomaron alguna decisión, pues se separaron con un gesto de acuerdo y siguieron sin mirar atrás.

viernes, 18 de agosto de 2017

Una semana cualquiera

Suena el despertador, comienza la carrera, hay que darse prisa, el agua para el té, la ducha que aún duerme, el desayuno con fibras, vitaminas, algo de cereal para el vigor y el infaltable café para el valor. Sí, el que hace falta para no morir en el intento. ¿Tostadas, mermelada? Da igual, casi suena el disparo de salida y aún no se ha vestido, hay que correr y no puede salir así, sin maquillaje. Se viste de prisa, se maquilla a medias, el resto por el camino. La hora de entrada, la de salida. Los compromisos de la agenda, los que no estaban en agenda, los antojos de cualquiera, las prisas de los otros, las de aquéllos y las de los demás.

jueves, 10 de agosto de 2017

El vuelo del halcón

Vuela el halcón, vuela lejos sin mirar atrás.  Se va y su amada no lo ve marchar.  No hubo tiempo de flores, ni de perfumes, no hubo tiempo para una mirada más.
Hubo un poema que se quedó atascado en un atardecer.  Hubo olas, hubo aleteos, hubo gorriones escondidos detrás de los arbustos, husmeando el gorgoteo de sus corazones húmedos, buscando entender en ellos el andar peregrino que alejó sus picos y separó sus alas.
Tan inesperada fue su partida, como ansiados fueron sus besos.  Tan desconsolada quedó su amada, como impregnados de alas abrazadas quedaron sus recuerdos.