Cada vez los días son más cortos y,
peor aún, las noches más cortas que los días.
Ya los amantes no tienen tiempo para amarse, ni los pájaros para anidar
su descanso. Ya no hay espacio para la
melancolía, ni lugar para la alegría. Es
que los días se han encogido y todo ahora queda apretado. Las fotos se han hecho pequeñas y los
paisajes se han ido lejos.
Los amores ya no se ven en medio de
las prisas, su presencia también se ha hecho pequeña. Seguramente andan buscando lo que le falta al
día, lo que no tiene la noche. Pero es
que las ventanas se han cerrado y la poca luz ya no entra. El mundo gira más de prisa y todos están
trastornados. La gente se despeina. El viento está apurado. Todos corren aunque
nadie los persiga.