Cada vez los días son más cortos y,
peor aún, las noches más cortas que los días.
Ya los amantes no tienen tiempo para amarse, ni los pájaros para anidar
su descanso. Ya no hay espacio para la
melancolía, ni lugar para la alegría. Es
que los días se han encogido y todo ahora queda apretado. Las fotos se han hecho pequeñas y los
paisajes se han ido lejos.
Los amores ya no se ven en medio de
las prisas, su presencia también se ha hecho pequeña. Seguramente andan buscando lo que le falta al
día, lo que no tiene la noche. Pero es
que las ventanas se han cerrado y la poca luz ya no entra. El mundo gira más de prisa y todos están
trastornados. La gente se despeina. El viento está apurado. Todos corren aunque
nadie los persiga.
Hay que hacer algo, siempre hay que
hacer algo. El tiempo es otro, se quedó rezagado. No sé si hay que competir ¿Es
que alguien tiene que ganar? Yo no me he inscrito, no lo recuerdo, tal vez me
perdí de algo.
Las horas pasan y no me doy
cuenta, pero el espejo me dice que todo ha cambiado ¿Dónde está la niña? ¿Dónde están los niños?
Todo gira. Me persigue y no quiero correr. Estoy cansada, no quiero seguir
corriendo, no sé por qué estoy corriendo. Giro, media vuelta atrás.
Voy contra corriente. Sigan ustedes que yo me quedo, me voy donde comencé,
quiero buscar lo que había, aunque ya no sé si lo había o me lo inventé. Todos
corren al revés, no paran de correr, mientras busco en mi ayer el amor que se
me fue, el abrazo que no encuentro, el beso que se enfrió. Tal vez los
encuentre, tal vez no.
Sigo cansada, no encuentro mi cuerpo,
no sé si soy yo. Me alejo de mi mente
para no encontrar el dolor. Me acuesto
despacio, me acuno en un recuerdo y duermo con él. Mientras tanto, ya no sé si estoy, si he
vuelto o si me fui… quizás es sólo que estoy cansada…
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