domingo, 24 de septiembre de 2017

Lo que ya no saben

Ya no saben lo que es mentira,
ya no saben lo que es verdad.
No saben si lo de antes fue cierto,
no saben si lo de ahora es realidad.
Sus recuerdos los confunden,
sus lágrimas gritando están. 
¿Fue su historia un sueño o acaso un invento del azar? 
¿Fue su verdad de humo o de mentira su andar?
Ella conoce su verdad: la de él.  Él conoce su mentira: la de ella.
Se miran y saben lo que hay detrás.
Sus labios no hablan, ya dejaron de besar.
Sus ojos no lloran, se cerraron sin hablar.
Algo pasó que todo lo hizo cambiar,
algo pasó y no lo saben explicar.
Los veo y no los comprendo, no sé si ellos lo logran comprender.
La verdad no es un sueño, es sólo la verdad.
La mentira no es irreal, se cuela y rompe la verdad.
¿Alguien lo puede explicar?
Ellos se van. Nadie se queda.
Todos contemplan el vacío.
Se toman de la mano y caminan hacia el jamás.

jueves, 14 de septiembre de 2017

Crónica de un letargo

No sé si quiero o no quiero, tal vez sí, tal vez no.  No sé si abrir los ojos, tal vez los abra, tal vez no.  Tampoco sé si quiero pensar, para eso ni siquiera tengo un tal vez.  Y a mi corazón no le quiero preguntar, seguro que ya no quiere responder, quizás se ha cansado de mí.  También se cansa, igual que me he cansado yo.
Le pregunto a mis manos, ellas siempre quieren ayudar.  Pero las veo cansadas, creo que se quieren marchar, tal vez porque les he prestado poca atención y así, maltratadas, no me quieren escuchar.  Las pobres, mejor ni las miro, querrán descansar. Les regalaré una flor, a ellas les gustan las caricias suaves, tal vez se entretengan desojando sus pétalos, desojando margaritas, al igual que la canción.
Sigo con mi duda y sin ganas de pensar.  A decir verdad, sin ganas de moverme.  Como el tiempo cuando lo mueve un ventilador, lento, muy lento. Así es el tiempo cuando no quiero pensar y mi cuerpo parece que tampoco me quiere ayudar.

sábado, 9 de septiembre de 2017

La dama inquietante

Feroz como una loba hambrienta, pero a la vez tan sensual como el labial cerezo que esconde siempre bajo su pecho. Con la postura de una yegua en celo: erguida y presumida, con la elegancia de una gacela en vuelo: distante y solitaria.

A veces fría, como la copa olvidada en la mesa por los amantes presurosos que lo olvidan todo por un momento de locura.  A veces tan cálida, como el abrazo que los despierta al amanecer y les recuerda que deben irse.

Tan peligrosa como la garganta sonora de aquel que grita su verdad... Tan sutil como la bala que se desliza inclemente por el túnel del fusil.