viernes, 25 de marzo de 2016

Una historia en un diálogo

- ¿Una historia?
- Sí, una historia.
- ¿Cómo la quieres?
- Empieza y ya está, seguro se te ocurre algo.
- ¿Como si fuésemos tú y yo reinventándonos la vida?
- Si tú quieres. ¿Por qué no? Algunas veces hay que borrar y comenzar a escribir.
- ¿Como si nos conociésemos hoy y comenzáramos a hablar de lo que no fue, de lo que aún no existe y de lo que no sabemos que pasará?
- Me gusta.
- Comencemos con un baile.  Cierra los ojos.  Me das tu mano, tomas mi cintura, nuestros ojos se encuentran. Ya estamos bailando.  Escucha, la música suena y nuestros pies se mueven al mismo compás.
- Tú sonríes y yo me enamoro de tu sonrisa.
- Pero recuerda que no nos conocemos.
- Sí, pero ya me estoy enamorando.
- Guarda silencio, comienza una balada, déjame disfrutarla en tus brazos.
- ¿Y la historia?
- Acaba de comenzar.  No mires hacia atrás.  Estás tú y estoy yo.  Me pediste una historia y la quiero comenzar contigo.  Sigue bailando, deja que la música nos guíe.  Te prometo que lo escribiré todo.
- ¿Cuántas páginas tendrá la historia?
- Las mismas que los pasos que seas capaz de bailar conmigo.
- No sé bailar, pero me gusta hacerlo contigo.  Lo haría siempre.
- Soy yo quien escribe, tú me pediste la historia.  Haré que bailes en ella hasta la última página y bailaré contigo hasta su última letra.
- ¿Escribirás el final?
- No, no lo escribiré, el libro tendrá su última página, pero no habrá final.  La música nunca acabará. Cuando se cierre el libro seguiré tus pasos, seguiremos bailando y así nunca habrá un final.
- Ven, abrázame, sigue bailando.
-¿Ves? Ya comencé a escribir y ya estás bailando.
- ¿Puedo regalarte tres palabras para tu historia?
- Claro, dímelas.
- Son simples, pero lo dicen todo: Te quiero tanto…

- Baila, sigue bailando…

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por participar con tu comentario en esta página