viernes, 2 de diciembre de 2016

Amor y calma, vacío y silencio

Todo vuelve a la calma. Poco a poco el dolor va mitigando, ella regresa a su camino, el que nunca sus pasos han abandonado.  Pero su corazón cansado le suplica que haya calma.  Ha estado en muchos lugares y ya no reconoce su almohada, necesita sosiego.  Descubre que aún respira y encuentra el consuelo mientras su mirada se pierde en una pequeña vela que se consume en su llama. 
Respira el olor a incienso que perfuma el ambiente, el aroma la tranquiliza, la llena de paz, ésa que su corazón aún no ha encontrado.  Es que su corazón se ha hecho rebelde y no la complace, mientras ella lucha por ponerlo en el lugar adecuado, un poco más lejos de su propio alcance.
Una voz le dice que a lo malo, perdón y a lo bueno, agradecimiento.  Su razón se debate entre el perdón y el agradecimiento, mientras su corazón se quiere escapar en el primer vuelo y vivir de su cuenta lejos del protocolar estilo que le da la razón.
La calma la envuelve, es que la necesita, mientras respira y suspira.  Un amor la destroza y la desarma, para luego armar cada una de sus piezas con tanta delicadeza y con tanta suavidad que cada movimiento es una caricia en medio de su rotura.  ¿Entonces por qué se destroza? La veo tan frágil a pesar de su firmeza…
Ella guarda dolor e impotencia.  Está confundida y está llena de amor. El placer la ciega, la distrae, la debilita. Su amor la fortalece y la llena de ganas. Quiere verlo a todas horas, quiere amarlo sin tanto silencio, quiere tener sus manos y atarlas a las suyas.  Si pudiera hacerlo preso, si pudiera gritarlo…
El brillo de la llama en sus ojos la regresa a su silencio, ése que no quiere abandonar.  Quiere cordura para su corazón alegre, su alma enamorada y atontada la domina y ella, mientras busca su dominio, cierra sus ojos y aprieta sus puños abrazados.  Está confundida la pobre, está llena de vacío, ya no quiere pensar.
Su cabeza se inclina, no quiere pensar en él, pero es la única imagen que se dibuja en su mente.  Vuelve a centrarse en la llama de la vela sin encontrar respuestas, sólo siente que suspira y la calma la envuelve.  Mejor no pensar, para no encontrarlas.  Para qué las respuestas si nadie le está preguntando.  Eso es: nadie pregunta. Y si nadie pregunta, nadie responde.

Sonríe y cierra sus ojos, ya respira más calmada, no hay preguntas y no hay respuestas, no quiere pensar, pero sabe que lo sigue amando…

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