jueves, 22 de septiembre de 2016

Entre sueños y despertares


-¿Qué sientes cuando me acerco?
- No me hagas esa pregunta.  No lo quiero pensar, o más bien, no lo quiero decir.
- No es cuestión de pensar ni de decir, sino de sentir.  Yo quiero saber si sientes lo que yo siento.
- No sé lo que tú sientes. Hay una magia que me altera y hace que me duelan los ojos.  Tengo que forzarlos para que no se cierren, porque no quiero dejar de mirarte, pero es que me duelen.
- A mí me duelen las manos, de tanto contenerlas para que no vuelen hasta tus manos.  Es que si me enredo en ellas…
- ¿Qué pasa si te enredas?
- No sabría cómo soltarlas y una vez que me quede en tus manos ya no sabría cómo soltarme de ti, cómo irme y no abrazarte.
- ¿Quieres escapar?
- Necesito escapar.
- ¿Y qué haces aquí?
- Eres lo que encuentro cada vez que escapo.
- Sigue escapando entonces.  Y no me hagas más preguntas.  Si me encuentras cuando escapas, quédate.  Ya a mí me está costando decirte esto.  No lo diré más.  Sólo quédate cuando me encuentres.
- ¿Y si me quedo, qué?
- Si te quedas, yo me quedo.
- Ya llegué, aquí estoy y no me iré… ¿Te quedas?
- Yo también llegué, sin saber que el camino me llevaba hacia ti. Con mi sueño me quedo…contigo me quedo, ya no quiero despertar, pero me duelen los ojos ya no sé si de tanto quererte…


La luz de la mañana entró por la ventana despejada.  Allí estaba un rayo de sol, insistiendo sobre su cara, golpeando sus ojos para que abrieran sus párpados.  La misma sensación de dolor que había en su sueño.  Regaló su sonrisa al rayo que besaba sus ojos, mientras sentía el abrazo incontenible que entraba por su espalda acompañado de una voz que susurrante le decía: Sigo aquí, me quedo contigo. 

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