Fue un día mágico,
definitivamente fue mágico. Han pasado
dos años y sigue habiendo magia. Me encontraba envuelta en la rutina de todos
los días, cuando de repente una llamada me liberó de la pequeña cárcel que
habitaba en mi mente: una invitación inesperada a escribir en un diario digital
próximo a estrenarse. Y quizás más
inesperada fue mi respuesta, cuando sin pensarlo dos veces acepté la invitación,
sin siquiera saber bien de qué se trataba, ni sobre qué podría escribir y sin tener
ningún tipo de recorrido anterior en el camino de la escritura.
Tantas veces había escuchado
hablar del tren que sólo pasa una vez en la vida. Es mágico pensar que ese tren pasó a mi lado
y me invitó a tomar una decisión. Un
tren que lleva por nombre Venezuelactiva y con el que he recorrido mis días los
dos últimos años de mi vida hasta hoy. Y
es que escribir me ha hecho rebelde. He
descubierto en la rebeldía las enormes ganas de ser yo cuando quiero y de ser
otra cuando me apetece. El inventar
enigmas y desenlaces, mientras confundo a quien me lee o envuelvo su corazón, ha
tenido para mí un gran encanto y le ha dado otro sentido a mi transitar por la
vida. He sentido, he vivido, he reído y he llorado. Pero lo que más he disfrutado
es la sensación que deja el drenar a través de las palabras todo lo que a la
mente se le va ocurriendo y lanzarlo al mundo y compartirlo para que la magia
se multiplique. Es como un cuento sin
fin, un éxtasis de letras que encuentran su esplendor en las palabras, que se
unen formando los rieles que han dado vida a las páginas que con mi tren
avanzan. Esta aventura no habría sido
posible si no hubiese subido a ese tren.
Ha sido un gran placer ser una
pequeña parte del proyecto Venezuelactiva, un digital que nos mantiene
informados del acontecer de nuestra otra orilla, así como de los eventos y
actividades en los que participa la comunidad canario venezolana en nuestro
archipiélago. Un espacio para leer y
comentar, un rincón de dos orillas abrazadas en un periódico digital, en el que
también caben las reflexiones sabatinas de una emigrante con el corazón
dividido entre dos tierras y con unas ganas enormes de curiosear y fantasear
con la vida para compartirlo con todo el que quiera montarse en este fascinante
tren.
Mil gracias Eduardo Guerra por tu
invitación a viajar. Sé que organizar
los vagones, preparar la máquina y mantenerla encendida los trescientos sesenta
y cinco días del año durante estos dos primeros años, no ha sido tarea fácil. Pero también sé que el camino que aún falta
por recorrer está lleno de ilusión y de trabajo, y de eso te sabes nutrir y
sabes animar a los demás.
Queda mucho de Venezuelactiva
para dar. Que Dios ilumine el camino de
este maravilloso tren y a su conductor, que se unan muchos vagones más, que
máquina hay para seguir adelante. Así es
y así será. ¡Felicidades, éxitos y mil
gracias!
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