Ha pasado un año desde que empecé
a contarte historias. No sé de dónde han
salido, no sabía que estaban guardadas. Lo que sí parece cierto es que tenía
muchas cosas que contarte y no sabía cómo comenzar, ni siquiera sabía que te las
quería contar. Vino la casualidad y se
montó en el camino del destino para marcar un comienzo. Me tomó por sorpresa y como un reto más, de
esos que se la pasan haciéndole zancadillas a mis pasos, a ver si caigo… caí. Y
aquí estoy, contándote simplemente lo que te quiero contar.
Aunque no sabía por dónde
empezar, dejé que las palabras que llegaban del azar construyeran su propia
historia, a veces sin principio, a veces sin final.
Ha sido más divertido de lo que
esperaba. He robado historias a la vida
y las he confundido conmigo, a veces contigo.
He inventado secretos y otros se los he robado al alma. He llegado a confundirme queriendo contarte
los sonidos que me susurra el viento, porque a veces me susurra lo que no
quiero saber, lo que me niego a escuchar, pero igual se cuela y me cuenta lo
que quiere que yo te empiece a contar.
Es así, que cuento lo que yo quiero y también lo que otros no se atreven
a decir, lo que tú quieres escuchar y también lo que deseas apartar.
Una vez te lo dije: que soy
muchas cosas, que hago decretos y se cumplen. Ahora te cuento además que tengo
un poco de magia, soy quizás un poco bruja, un poco loca, aunque lo sé
disimular. ¿Sensata?, no siempre. La locura y la picardía también me invaden y
se mezclan en esta imagen en la que se transparenta una mujer que camina y
tropieza, que siente y llora y que se equivoca a cada rato. Pero lo de la magia es cierto y lo de los
decretos también, a pesar de mis errores, a pesar de lo que intento ocultar. Te lo cuento porque sí.
Las palabras estaban guardadas,
casi en el olvido y ha sido divertido encontrarlas y sacarlas a dar un paseo
por mis líneas en blanco y negro. Tan
bonitas. Siento que las necesito. Por ellas corre la sangre que me energiza y
me desvela, mientras le robo a la vida inspiraciones que no son mías, son del
tiempo, de las noches, de los sueños, del cansancio, de lo que imagino de ti. Sin querer le he quitado horas a los sueños,
para construir otros despierta. Los he
podido hacer a mi manera y algunos te los he contado. Otros no se pueden
contar, o tal vez sí; ya te los contaré, sin que te des cuenta.
No sé cómo, pero siempre queda
algo por decir. Quizás de tanto ver la
vida pasar, de tanto imaginar respuestas que no llegan, de tanto querer que la
vida cambie y de tanto querer vivirla. Y
ha habido lágrimas, pero también alegrías. Y ahora sé que te conozco un poco más y tú
también a mí.
No pensé llegar hasta aquí, pero
cómo pensarlo si es que jamás pensé en comenzar. Lo interesante es que ahora te puedo contar
que sonrío más porque puedo drenar más. También te cuento que soy la misma,
pero también soy otra y me encanta encontrar respuestas a las preguntas que aún
no se han inventado.
Te dije que te contaría cosas de
mi mundo, de mi ayer y de mi hoy. Y así
lo he hecho. Mi ayer sigue siendo parte
de mi hoy. Mi origen bonito se quedó
pegado a mí y no me ha querido soltar a pesar del tiempo y la distancia. Muchos amigos quedaron atrás, mi gran amor se
fue, pero me siguen pasando cosas maravillosas y cada día descubro razones que
no he buscado para seguir queriendo estar aquí, detrás de estas líneas que
corren y me van dejando atrás.
Quisiera saber si tú sientes lo
que yo siento cuando te cuento algo, pero cómo saberlo… Entonces interpreto tus
silencios y también tus palabras cuando de vez en cuando te atreves y me dices algo
mientras descubro un pedazo de tu alma y todos se van enterando. No siempre me lo dices, pero poco a poco he
aprendido a conocerte y sentirte, aunque tus respuestas no me lleguen, sí lo
siento en la energía que me transmites.
Al final soy lo que tú sientes cuando me descubres y eso no es un
secreto.
Termino sin querer hacerlo, pero
es que no me gusta aburrirte. Ya
quisiera estar contándote historias que te desvelen como a mí. Mientras lo consigo, tengo que aceptar que el
final tiene que llegar. Lo reitero una
vez más: todo en la vida tiene un tiempo y todo tiempo tiene un fin.
…Simplemente te lo quería contar…
No dejo de valorar la calidad de narración y la forma de confesar, como se revela la sensibilidad que enmascara los sentimientos, con resignación solo me avengo a decir. Como siempre, bonita reflexión.
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