sábado, 5 de septiembre de 2015

Nada

-  ¿Nada? ¿Pero qué clase de título es ese?... ¿Nada?
-  Pues sí, nada. ¿Cuál es el problema? ¿Acaso siempre tiene que haber algo?
-  Sí, claro, algo, cualquier cosa, pero algo.
-  ¿Y acaso no puedo descansar de ti?  No me dejas tranquila con tanto pensar y pensar.  ¿No te das cuenta de que hoy no quiero pensar?
-  ¿Cómo dices eso? Si la que siempre está pensando eres tú.
-  Sí, mis tonterías de siempre. Pero déjame tranquila que hoy quiero descansar de ti.
-  ¿Estás loca? Yo no te quiero dejar.  Me gusta cuando piensas.  Si les contara a todos lo que piensas y lo que sé de ti.  Ni se lo pueden imaginar. ¿Quieres que lo empiece a contar?
-  Vamos, basta ya. Te dije que me dejaras tranquila.
-  Y te dije que no lo haré.  Sé lo que piensas, lo que te gusta, lo que ocultas, conozco tus sueños, tus verdades y tus mentiras.  Te conozco toda.  Podrás engañar a otros, pero a mí no.
-  ¿Y qué quieres? ¿Me pretendes sobornar acaso? ¿Quién dice que tenga que hacer o decir lo que tú quieras?...Por favor…
-  Quiero algo más que nada.  No digas que es nada, si sabes que es mucho, más bien, muchísimo.
-  No pretendas enredarme.  Yo también te conozco.  Soy más astuta que tú.  Yo me sé controlar y no pienses que por eso he vivido menos que tú.  Yo también sé vivir la vida.  Crees que sólo se vive a tu manera. Y si digo nada, es nada.
-  Te crees muy astuta porque vas por allí comiéndote la vida como si fuera el más rico postre, pero eso sí, siempre derechita y sin ensuciarte las manos.  Embárrate de vez en cuando.  Déjate llevar.
-  Te dije que me dejaras tranquila.  Hago lo que quiero y como quiero.  Recuerda que al final siempre te domino.  No te sales con la tuya.  Sé lo que quiero pensar, lo que quiero decir, lo que quiero contar y lo que no.  No intentes adivinarme y mucho menos sobornarme con lo que sabes de mí, o con lo que crees saber.
-  Piensa en algo más que nada, vamos, no seas así.  No te hagas la dura, la invencible.  Tú y yo sabemos que también te dejas vencer.
-  ¡Ya!, te dije.  Me tengo que ir.  ¡Cómo fastidias!, hoy no quiero ni que te asomes, y si digo nada, es nada.  Deja ver si mañana estoy más dócil, pero por ahora, apártate…


…Terminó de maquillarse, hizo un guiño al espejo y se despidió de su propio reflejo. - Nos vemos en el próximo espejo- se dijo pícaramente, sonrió, amoldó entre sus dedos su cabello largo y ondulado y salió a vivir su nuevo día riéndose de sí misma.

1 comentario:

  1. Sí es verdad, tu lo sabes te has educado en el método del rigor y la obediencia y con el tiempo, se ha destruido tú sinceridad, cada día quieres ser más permisible, para no dañar a tu conciencia, solo consigues una falsa sumisión. Compleja pero agraciada narración. Como siempre bonita reflexión.

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