Limpiar las escaleras del polvo
del recorrido. Colocar más andamios a la fe y al descuido. Adornar las
pasarelas que conducen a desafíos. Y en cada escalón un mundo ya cumplido, un
mundo por descubrir. Y encontrar bajo las alfombras paisajes que se quedaron en
el camino. Bajar los escalones, contar los pasos y retomar lo no vivido. Y de los paisajes que quedaron enamorarse de
sus colores, de su perfume. Cómo evadir tanta belleza.
¡Qué tontos tantas veces se puede
ser! …Distraídos, quizás. Saltando sobre piedras que superan las alturas del
agua que ya no empapa, del agua que sólo acaricia, que salpica los pasos y amolda
el camino. Despreciando al agua, como si limpia no hubiese estado, ¿acaso ya ha
sido probada?... Seguramente hubiera sido fascinante empaparse de vez en
cuando, sin importar la ropa húmeda, sin importar las gotas despeinando el
moldeado cabello, sin importar los charcos que se quedan en el camino.
Por ello al sol le pido razón, y a
la luna, un poco de locura. A la mirada ajena, discreción y silencio; a las
manos cercanas, compañía y travesura. Para jugar más con la vida sin incomodar
al que observa y ventilar sonrisas escondidas donde se siembran las aventuras.
Sí, aventuras y locura,
combinación acertada cuando las escaleras se van haciendo pequeñas y cortas, y
los peldaños recorridos ya lucen pesados y aburridos. Aventuras salpicadas de agua limpia, que moje
y empape, con suficiente agua para seguir limpiando peldaños, y seguir subiendo
dejando atrás el aire viciado y las acciones torpes y confusas.
Y acelerar los pasos al subir y
correr y saltar y emprender como mariposa el vuelo a nuevos aires. Y que el
vestido se rasgue con el viento y se despeinen los sentimientos amarrados y se
desordenen por el espacio, sin importar el principio, sin divisar el final.
Un vuelo que se alza como ave que se desplaza sin
miedo. Aire limpio que refresca la
mirada y la piel. Los sentidos abiertos
a desafíos, dispuestos a entregar felicidad sin ser juzgados, siguiendo el
ascenso de los peldaños sin temor, con valentía, asumiendo cada momento a la
altura de su vuelo. Subir y volar, seguir y vivir, disfrutar y sentir, amar y
reír, mirar y aprender, guardando los secretos que nacen de la complicidad.
Así quisiera ser…Así quisiera que fuera…
Escaleras que tú las subes con facilidad, con las manos en los bolsillos, haciendo ganchillo, repasando lo escrito, despierta con tus ojos cerrados pero soñando. Esa habilidad y destreza es análoga a la que tienes para expresar y narrar tus sueños y esconder tus realidades. Como siempre bonita reflexión.
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