viernes, 29 de mayo de 2015

Tristeza y Soledad

Viento pasajero. Torbellino fugaz. Ilusión hecha de nubes que pasan y se van. Madrugadas llenas de sueños que dan fuerza a la vida. Pensamientos apasionados que no existen, que no son reales. Como la lluvia que mientras moja acaricia, pero se seca y se olvida. Momentos eternizados en canciones que hacen vibrar cuando se escuchan y luego desaparecen.

Sueño que se vuelve esclavitud, mientras la realidad sigue su curso, sigue existiendo.
La soledad vuelve a tomar la batuta y el escenario se llena de luces. La orquesta empieza a tocar. Todos expectantes se deleitan con lo que no es verdad. Es la canción de la soledad interpretada por tantos. Tanta armonía, tantos instrumentos bellamente coordinados y lo que hay es soledad. 


Es la verdad que se asoma y canta. Es la melancolía por un sueño que desaparece. Y las campanas se agitan y las aves alzan su vuelo atormentadas por el repicar penetrante de los bronces en su triste llanto. 

Todo se va, el ambiente es pesado, hasta el aire pesa cuando entra para oxigenar y deja en la piel la amargura de un no existir, de una mentira engalanada, de una sonrisa maquillada.

Y el baile continúa y la orquesta sigue su plan, los pies hacen lo que pueden, armonizan con la orquesta e intentan verse reales.  Las manos comunican lo que los ojos quieren callar, buscan en su ajetreo la ocupación que les anime a sentirse compensadas.  Falta una caricia, falta un pecho que sirva de apoyo, pero es que antes tampoco estaban.

Es la búsqueda de lo inexistente, es creer que la mentira es real.  Y así, se construye un mundo sobre algodones de azúcar, tan dulce, tan sublime, tan delicado y a la vez frágil e inflado, molesto de tanta artificial dulzura.  Pero es el mundo que se ha montado en el escenario, para que toque y cante, para que represente y baile, aunque la canción de la soledad sea la protagonista de esa obra inesperada que parece no tener fin.

Los ángeles se abrazan sin entender la historia que por sus ojos pasa, sin comprender la coreografía que con singular descuido y sin pasión ha sido montada. Quieren enganchar sus alas a las sonrisas mustias que en nuestro actuar nos acompañan, para hacerlas más abiertas, más sinceras, más reales.

Al final, la tristeza se apodera de los sueños, les cambia el color, convierte en sepia su sonrisa y una lágrima se deja descubrir para brotar de la fuente de un alma solitaria y derramar en ella un llanto enmudecido, que grita en su silencio las notas acompasadas de una armonía sublime y delicada, que quiere decir: ya basta, que quiere soñar de nuevo. 

Y empezar a bailar con música que suene a caracoles, que suene a gotas de lluvia sobre piedras, que generen un desorden que sólo nuestros oídos sean capaces de entender y ordenar, sin engañar los pasos, sin sacrificar pasiones.

La tristeza debe irse a dormir, ya la soledad se ocupará de llenar sus propios vacíos.  El escenario sigue allí y los actores están preparados para el estreno. La explicación se hace imperfecta, es mejor dejar pasar los momentos sin mirar atrás y decidir el gran paso mientras la obra apenas acaba de empezar.

Es tarde ya, es mejor descansar y dejar que en sueños la alegría por un nuevo despertar aparte del camino esa tristeza que convierte en soledad los deseos e ilusiones que una vez fueron el matiz de una vida, que ahora se destiñe en el olvido y se aburre de tanta fantasía inútil y resignada.

Regresar a la vida queriendo vivir un sueño que no puede ser real. Es mejor soñar, aunque sea necesario despertar de vez en cuando, recoger los pedazos regados por el suelo e imaginar de nuevo una almohada llena de plumas de sueños, de fantasías que explotan como burbujas y reposar en ella buscando la caricia de la vida que no es, que no está, pero que es fácil imaginar.


Tristeza y soledad.  No son buenas amigas, pero se saben acompañar, mientras esperan en la sala de baile la mano de la palabra dulce que se acerque a invitarlas a bailar.  Danzar y olvidar, imaginar y soñar y mejor, no volver a despertar.

1 comentario:

  1. La tristeza y la soledad son aliadas y se buscan, se hacen fuerte, las quieres espantar pero necesitas el apoyo que a veces no lo tienes, ni los sueños, ni tus pensamientos que pueblan tu soledad, ni liberan tus tristezas. Dale alas al t iempo para que escapen. Leer tus narraciones ayuda a ahogar esa pena y desamparo del que escribes. Como siempre bonita reflexión.

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