Así estaba ella en su lecho,
hundida por los duros golpes, pero erguida de tanta belleza, de tantas ganas de
seguir, con una sonrisa encantadora y una dulzura escapando por sus pupilas.
Y me quedé pensando… por qué ese
empeño en apoderarse de ese cuerpo, si aún tiene que vivir, aún tiene que soñar.
Necesita sólo fuerzas, el tesón ya lo tiene, el empuje, la alegría, la bondad,
el amor, todo es simpatía y amabilidad en su ser, pero esa destrucción
incoherente, que aparece sucumbiendo sus entrañas, domina sus fuerzas y
debilita su noble corazón.
Niña bonita, si pudiera recoger de otros jardines las flores llenas de vida que
tu cuerpo necesita, plantaría cinco rosales y cuidaría sus rosas para regalarte
sus pétalos y rociarte con su perfume. Serían unas rosas muy especiales, con
sus respectivas espinas y con los colores que el cielo elegiría para ti:
Rosas blancas con espinas de
plata con las que pinchar tus venas y llenarte de fe.
Rosas rojas con espinas de
sangre, que alivien tu penitencia y soporten tu sacrificio.
Rosas doradas con espinas de oro
que al pincharte transmitan sanación y alivio a tu cuerpo herido.
Rosas pintadas de azul con
espinas caídas del cielo, que se posen como un manto y te cubran de la
presencia del sagrado amor materno.
Rosas tornasol con espinas
brillantes y llamativos colores, que te pinchen de ilusión como las de cada
mano amiga que se acerca a decirte que te quiere, que te quedes, que sigas
siendo apoyo a las alegrías de todos.
Y muchas espigas verdes, bañadas
del rocío de la mañana, que como escarcha esmeralda te cubran de esperanza, que
decoren tu sonrisa, que renueven tu mirada para que no pida más auxilio, para
que se desborde en ella tu amor más puro, ése que te permite seguir viviendo,
que es tu razón y es tu alegría.
Te has convertido en esperanza para los que te quieren, en ejemplo de lucha y
fortaleza. Y seguirás siendo esa rosa
bonita que luce pícara y dulce en medio de un ramillete de orquídeas, que
encantadas y felices bailan contigo y recuerdan a la vida que siempre hay
grandes razones para seguir aquí, que eres luz que atrae el brillo de las
estrellas, que eres alegría que transmite regocijo a quienes a ti se acercan,
que eres refugio de almas heridas, porque sabes curar con tu sonrisa, esa misma
sonrisa que te hará sanar.
Sé fuerte niña bonita, que tu
bondad encontrará recompensa en esta vida, la misma que te dio el regalo de
amor más grande, y por el que siempre merece la pena esforzarse por seguir
viviendo.
Sigue siendo rosa, sigue siendo
sonrisa; que tu jardín de flores y espinas invada con su perfume tus tardes de
frescura soleada, tus amaneceres de princesa encantada, tus noches de gozo
tranquilo. Sigue siendo luz, esa que se
escapa de tus ojos cuando miras y callas. Sigue siendo espina: de plata, de
sangre, de oro, de cielo, de ilusión… de esperanza. Lo demás te lo darán los ángeles.
Dios te bendiga niña bonita…
Todos vivimos en el mismo cielo, pero ninguno en el mismo horizonte, escribe con el corazón, le dices que su bondad encontrará recompensa. Tú le das esperanza, un estimulante vital, muy superior a la suerte. Volverá a bailar con las orquídeas.
ResponderEliminarQue fácil sería escribir narrando siempre lo bonito, pero a veces los sentimientos obligan a plasmar la cruel realidad, esto te va perfeccionando como autora. Como siempre bonita reflexión.