Tuve que correr, fue lo único que pude hacer. Ahora no sé si debí quedarme y enfrentar los
miedos. Pero es que los miedos siguen y
sólo quiero correr…
Me lo dijo aún temblando.
Parecía una gata mojada en una noche fría. Sus ojos estaban fuera de ella. No tenía
mirada, ¿por qué tanto miedo?, le pregunté una y otra vez. La abracé y lloró.
Claro que tenía miedo. Era su vida, su
destino, el camino que pisaba, la confusión la atormentaba.
No terminaba de explicar qué la hacía sentir así. Yo traté de imaginar sus razones. Ella cerró sus ojos, no quería hablar. Las lágrimas se asomaban y ella contenía el
llanto.
No me lo dijo, pero supe que lo amaba. Sus ojos hablaban.
Ella deseaba conocer el amor, el correspondido, el amor
libre, sin pasados, sin cadenas. Estaba
sola y soñaba con un amor de los que se gritan, de los que se pasean por los
parques, de los que se publican en las revistas y todos se enteran. No quería un amor de los que se prohíben, de
los que dan miedo porque generan tristezas, de los que se esconden de las
críticas de quienes creen saberlo todo y tener la razón siempre a su
favor.
No supo cómo, pero se enamoró. No me lo contó, pero la
conozco tanto que no hacía falta que me lo dijera. Ella no lo buscó, pero llegó, lo conoció, se
convirtió en su secreto más guardado. Se hizo fiel a sus sentimientos…
Mi visita fue breve, hacía muchos años que no estábamos
juntas y por fin la oportunidad permitió que nos volviéramos a abrazar, como
cuando niñas, cuando adolescentes.
Maduramos juntas, soñamos juntas, compartimos anécdotas, risas e
historias de amores y desamores. Ella no
podía permitirse enamorarse del hombre equivocado. Se había ilusionado algunas veces, pero
fueron ilusiones pasajeras, en realidad no se había enamorado y ella guardaba
ese amor como un tesoro especial, sin saber si algún día se destaparía su
corazón apretado de tanto guardar, de tanto esperar.
Lo vi en su mirada.
Su conciencia le decía que estaba equivocada, era un amor de esos que
llaman prohibidos. No supe quién era él,
tendría que ser maravilloso, o quizás no. Simplemente hubo magia, y eso
no lo determina la maravilla, ni la perfección. Es esa ilusión que aparece de
la nada y crea atracción y deseo, sin explicación, sin leyes, sin preguntas.
Ella tenía miedo, por eso corrió. Es lo desconocido, es el daño, son las
consecuencias, son las normas, los requisitos, es sufrir por amar.
No quiso hablar, no le quise preguntar. Es su vida, sólo de ella. No soy yo quien la deba juzgar. Ella no está allí para ser juzgada. Es mi amiga y es fantástica. Sé que huye por momentos, pero es que al
corazón no hay quien lo entienda. No
sabe de reglas ni de condiciones. Por
eso su conciencia se atropeya buscando una salida en ese laberinto en el que se
ha enredado su vida. Y yo la quiero y
sólo deseo que sea feliz…
La vida es ésta, no hay otra; le dije al despedirme. Tu corazón y tu razón se darán la mano y ya
no tendrás que correr. No tengas miedo.
Vive y sé feliz. Disfruta de cada regalo
que se asoma, sonríe al sol y a la lluvia, no importa que te quemes o que te
mojes. Tu andar, que es sólo tuyo, te
abrirá el camino y sabrás caminar. No te
asustes.
La abracé sin saber cuándo la volveré a ver. Me fui con el desconsuelo de no saber qué más
decir. Es tan difícil a veces. Si la
vida fuese un juego de tacos, de esos que tienen varias caras de colores y
pudiéramos armar figuras distintas, que simplemente cambian de forma y de color
cada vez que armamos un nuevo diseño, y no quedan caras rotas, ni trozos
desperdigados… Pero no es un juego de tacos.
Es tan complicada como complicaciones tiene la mente.
No quiero pensar más. Quizás mañana, quizás después. Su
historia es tan real como la vida, y su vida tan auténtica y valiosa como la
tuya o como la mía. Regreso a mi camino pensando en ella, en su huída o tal vez
en su regreso… Quizás a todos nos ha tocado en algún momento pensar en una
huída o en algún regreso…
……….Pero su conciencia se atropella buscando una salida de ese laberinto en el que se ha enredado…..No puedes huir, la vida te pone trampas para caer en el amor, éste te roba el consentimiento y razonamiento, llegas aceptar los desaires y soberbias, pero te llena de emociones y enternecimientos. Tus narraciones también conmueven, como siempre, bonita reflexión.
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