No podía evitar escucharlas. Charlaban como si estuviera cada una en su
patio. Las escuché desde mi silla mientras notaba que algo no andaba muy bien
allí, así que presté más atención a sus palabras:
- Necesitaba tanto hablar contigo. Me siento tan ahogada, es que no sé si
decírselo o no, me siento tan insegura.
Tal vez todo es pasajero y al final resulta en nada.
- Pero si no le gusta nadar no debes
obligarlo. No te compliques tanto,
siempre hay más opciones.
- ¿Pero de qué opciones hablas? ¿Quién habla de
nadar? Te digo que es serio lo que me está pasando. O tal vez le estoy dando demasiada
importancia a algo que es como un juego, algo quizás pasajero, de sólo un rato.
- Sí, te pasa a cada rato. Ya me lo dijiste antes. No debes insistirle, ya él verá lo que quiere
hacer con su tiempo, todavía es muy joven.
- ¿Cómo le vas a sugerir que se vaya a escalar y
encima descalzo? No debes tomarte tan en serio las cosas de los jóvenes de
ahora, ¡mira que inventan cada cosa!
- Te hablo en serio. Ayer me encontré con un amigo al que no veía
desde hacía varios años. Conversamos un buen rato y sus vivencias me ayudaron a
pensar en mi situación, fue un magnífico reencuentro...
- Pero
¿cómo le vas a leer cuentos? Ya él está un poco grande para eso, seguro
preferirá salir con sus amigos…
- Me contó de su vida, ha tenido muchos
altibajos…
-¿Pero no era la guitarra lo que le gustaba? Y
ahora quiere tocar el bajo ¡Estos
muchachos de ahora!...
- Su situación en el trabajo lo obligó a
dejarlo. Tuvo que marcharse y abrirse
nuevos caminos. Sus problemas no cesaron
hasta que cortó la soga por el origen.
-¡Con un disfraz de aborigen!, ¡Lo que me
faltaba!, pero es que esos músicos parecen todos unos locos, yo los he visto en
unos escenarios tan disparatados. Ten
cuidado con ese muchacho…
-¡Que no me escuchas! Te digo que no sé si debo tomar una decisión
ahora o si debo esperar. Quizás si no
pensara tanto y dejara correr la vida y ya está… Total, a esta edad…ya ni sé
qué hacer.
- Yo también quisiera comer, se me está
despertando el apetito y el tema de tu hijo da que pensar, pero no te debes
agobiar, ya encontrará en qué ocupar sus horas.
- Pero ¿qué dices? Mejor pidamos un café y nos
comemos algo, a ver si calmando tu apetito por fin te enteras de lo que te
estoy contando, aunque sea poco a poco.
- ¡A mí también me entran unos sofocos!… mejor
tomemos un poco de aire y así cambiamos el tema, a ver si te animas a contarme
algo de ti… sospecho que algo te pasa, se te ve en la cara, no quería decírtelo
para que no te preocuparas. A ver, a
ver, no te despistes y empieza a contarme…
Siguieron sentadas en la terraza de la cafetería
en la que solían encontrarse. Se veían
muy a gusto las dos. Se juntaron los más variados temas, cada uno a su tiempo
con respuestas lanzadas al azar.
Seguramente alguna habrá coincidido con la pregunta, o al menos con el
tema. Daba igual, sencillamente estaban,
se reían, se hacían compañía y de algún modo, también se entendían.
A veces es más importante estar, aunque no se
logre entender ni el cómo, dónde, cuándo, ni el porqué, ni el para qué…
simplemente estar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por participar con tu comentario en esta página