jueves, 24 de noviembre de 2016

Tiempo atascado en el cansancio

Cada vez los días son más cortos y, peor aún, las noches más cortas que los días.  Ya los amantes no tienen tiempo para amarse, ni los pájaros para anidar su descanso.  Ya no hay espacio para la melancolía, ni lugar para la alegría.  Es que los días se han encogido y todo ahora queda apretado.  Las fotos se han hecho pequeñas y los paisajes se han ido lejos. 
Los amores ya no se ven en medio de las prisas, su presencia también se ha hecho pequeña.  Seguramente andan buscando lo que le falta al día, lo que no tiene la noche.  Pero es que las ventanas se han cerrado y la poca luz ya no entra.  El mundo gira más de prisa y todos están trastornados. La gente se despeina. El viento está apurado. Todos corren aunque nadie los persiga.  

viernes, 18 de noviembre de 2016

La cita de los sábados a la una


El sábado a la una era su cita, como siempre, como todos los sábados.  No lo habían establecido así, no lo habían acordado, pero siempre ocurría.  Él sabía que ella estaría desocupada a esa hora, sabía que podía dedicarle un rato de su día.  Él despertaba ese día siempre contento, pensando en su próximo saludo.  Para él era muy próximo, porque con las horas de diferencia que los separaba, dada la distancia que habitaba entre ellos, su cita era más temprano, a las ocho de la mañana.  Y así siempre, el sábado a las ocho era su cita.
Él a las ocho, ella a la una, cada sábado, una y otra vez.  Se pensaban tanto el uno al otro que se comunicaban con el corazón. Nunca hablaron de su cita de los sábados, pero la cita llegaba, el teléfono los acercaba.  La una de la tarde marcaba una pausa para ella.  Las ocho de la mañana marcaban un impulso para él.  Y la llamaba.  Ella escuchaba el repique del teléfono y suspiraba, sabía que era él.

jueves, 10 de noviembre de 2016

Conversando conmigo

Ahora mismo voy a hablar conmigo, no sé si te quedas o te vas, si te enteras o pasas de mí, si me entiendes o no. Total, eso no me interesa ahora. Sólo quiero conversar conmigo.  Sin tema, sin asunto, sin horario. Sólo yo.

Creo que soy yo, sigo siendo yo, metida en esta especie de caja.  Se mueve, es un poco rara.  Siento como yo, me siento yo, así que debo ser yo.  Estoy pensando y sintiendo  ¿Será que estoy viva, será esa la palabra? Yo creo que sí.  Mientras esto ocurre, me descubro ante mis propios ojos, haciendo vida en un cuerpo prestado, pasajero, a veces incómodo y a veces tan placentero.

jueves, 3 de noviembre de 2016

Lo dicho y lo no dicho

No te lo quiero contar, no te lo voy a decir. Es que el tiempo ha cambiado y yo ya había contado muchas primaveras.  Pero al final no han sido tantas, quizás porque se mezclaron los otoños y no me había dado cuenta.  Te lo quise decir antes, pero tu vida estaba tan ocupada.  No había espacio ni lugar, entonces no te lo dije. Lo di por sabido, por vivido, por sentido.  Y me puse a vivir por mi cuenta.  Estabas y no estabas, y cuando estabas era como entrar de nuevo a la primavera. Otra más. Pero te dije que no te lo diría, así que no te lo diré.

Buscaste lo de siempre, no cambiaste el menú. Te hundiste en el mismo mar mientras otros navegaban a cualquier lugar. Y te lo quise decir, pero no podías escuchar, sabía que no escucharías, escarbabas en el mismo agujero sin fondo, soñando con lo que no está.  Me puse a observarte y aprendí cómo lo hacías, pero no me gustó.  Conté otra primavera y la dejé pasar, una más para la lista de estaciones dibujadas en el cuaderno de ayer.  El libro se fue haciendo más interesante, a la vez que complejo y enigmático.  Pero como ya no lo quiero contar, no te lo diré.