lunes, 20 de junio de 2016

Locura en la cordura

Si supieras que estoy contenta y que le cuento a mis paredes las locuras que imagino y no te digo.  Si supieras que siento que amanece y en tu mano encuentro el manojo de flores que nunca he recibido.  ¿Sabrás acaso lo que aún no te he contado? Debías imaginarlo. Yo en cambio lo imagino todo y las historias me persiguen.  Ya no puedo cerrar los ojos.  Están allí y se apoderan de todo.  No estoy loca.  Sólo veo lo que quiero y me río con mi almohada.  Ella sí sabe muchas cosas, se las cuento en secreto, mientras las paredes se acercan tratando de escuchar.  No te aflijas, ella es discreta, no como tú.  Por eso a ti no te lo digo.  Mis paredes saben mucho y escuchan. Y mi cama… todo lo que ella sabe…  Creo que sabe más de mí de lo que yo creo saber.  Mis sueños a veces se caen en ella, yo sé que los recoge y los guarda.  No se lo cuentes a nadie, dirán que estoy loca.  Pero no es así, sólo estoy contenta por las flores que pusiste en mis manos.  Mi cama lo sabe, en ella se quedaron los pétalos más frágiles.  Ella me recibe y me acompaña, mi almohada me escucha y mis paredes no hablan.  Ellas lo saben y saben que no estoy loca.  

Amando desde el silencio. Una carta a un amor inalcanzable

Escucho tu silencio y en él me regocijo.  Tu silencio es palabra y es prosa.  Tus ojos cantan y acarician, mientras tus manos se esconden para no hacer ruido.

Tu silencio guarda el miedo a equivocarte y deja en mí la incertidumbre de conocer tu error.  Quiero oírte gritar, quiero tu desespero al equivocarte otra vez.  Es que no eres perfecto y yo tampoco y de tu imperfección me quiero bañar, para que no me queden dudas de que eres real, tan imperfecto y mundano, tan temeroso y discreto.

Entrar en tu mundo sería como perderse en un sueño, no importa si absurdo, no importa si eterno… y montar tus palabras sobre las mías y hacer de la vida una poesía mientras me duermo en tu sonrisa.

Confesiones desde la incoherencia

Contigo quería hablar.  Sí, contigo, con quién más, no mires para los lados. Tú, que me estás leyendo… ¿Que parezco loca? ¿Eso piensas? ¿Y entonces qué haces tú leyendo a una loca?  Déjame decirte que los locos se leen entre sí y si tú me lees es porque antes yo he leído lo que tú piensas, te he leído a ti.  Y si yo estoy loca y tú me lees, entonces aquí hay más de un loco.  Comprenderás que tiene que haber algo más que locura en mí para atreverme a estar aquí, contándote miles de cosas que se me ocurren, como si estuvieras en disposición de enterarte de lo que yo quiero.  En realidad a veces no quiero y a veces sí quiero.  Ya sabes, cosas de locos y de eso tú también sabes.

jueves, 16 de junio de 2016

Desde la perspectiva del fuego

Estaba ardiendo, sintió su fuego mientras el silencio consumía sus llamas.  Pero era fuego, había fuego y ni mil inviernos apagarían aquel calor que de su sangre emanaba.  Era un volcán y ardía, un volcán feroz que sentía miedo mientras decía no tenerlo.

Pasión y ternura en un solo gesto, en su mirada, en su cariño.  Nunca hubo nieve en sus huesos, aunque la tormenta amenazara.  Su mirada altiva ocultaba su pecado, el que nadie se atrevía a juzgar.

Siempre había primavera en su sonrisa, primavera con fuego, con calor de verano en su otoño más radiante.

Reflexiones para un pueblo en reflexión

Muchas veces escuchamos historias y referencias a hechos que han ocurrido en otros lugares, en otros tiempos y han sido vividos por otros.  Son referencias ajenas que parece que nunca nos pudieran ni siquiera rozar.  Sin embargo ocurre, nos tocan, nos hieren, nos rompen, nos cambian, nos hacen reflexionar.  Es como si la historia se repitiera en muchos lugares y en eso tiene mucho que ver el fundamento del comportamiento humano.  A fin de cuentas, a pesar de nuestras diferencias culturales a nivel mundial, seguimos compartiendo instintos y reacciones, sueños y errores, egoísmos y bondades, deseos y desprecios, aspiraciones y conformismos, luchas y victorias, guerras y fracasos.

viernes, 10 de junio de 2016

Un diálogo al revés. O una estrategia divertida

- Sí, mi respuesta es sí.
- ¿De qué hablas? ¿Te he preguntado algo?
- No importa, te digo que sí
- ¿Estás bien?
- Estoy bien, sólo te digo que sí, ¿no entiendes?
- No mucho.
- Sólo pregúntame algo, ya sabes la respuesta.
- ¿Estás jugando?
- Sí.
- ¿Y quieres que yo juegue contigo?
- Sí, quiero. Siempre quiero jugar contigo.
- ¿Quieres que te haga preguntas?
- Las que quieras, ése es el juego.
- ¿Estás segura?

viernes, 3 de junio de 2016

El arbusto de las flores erradas

Cansada de correr escapando a sus errores decidió detenerse a ver qué pasaba con ellos.  Iban corriendo detrás de ella, eran como su sombra, estaban atados a sus cabellos, algunos hasta eran parte de ellos.  Ya no sabía cuáles habían crecido con ella y cuáles eran de su más reciente creación. Se fueron amontonando a su lado y a sus espaldas, esperando que diera un paso para moverse a su ritmo. Se hizo una gran montaña de errores y todos la miraban a la espera de su acción.  Avanzó un poco y la siguieron.  Se hacían más fuertes con cada uno de sus miedos, con cada uno de sus pasos.  En un momento, le pareció que estaban descuidados y aprovechó para barrerlos rápidamente.  Los escondió debajo de una alfombra de flores que decoraba su estancia.  Mala idea.  Muchos errores debajo de la alfombra al final ensucian todo el espacio.  Lo pensó mejor y decidió enterrarlos.  Cavó un profundo agujero en una esquina de su jardín y allí los sepultó.  La tierra les sirvió de abono y al poco tiempo creció un frondoso arbusto lleno de errores, que se llenaba de florecitas que se esparcían por los alrededores.  Eran lindas y encantadoras, pero eran flores erradas. Se sentía agobiada por la magia y el encanto de aquellas hermosas flores que guardaban en cada pétalo la esencia de un error.  Así, los errores la seguían persiguiendo, volaban con el viento, adornaban su casa y sus jardines y parecía que la miraban desde sus pistilos.  El vivir en medio de una fantasía hermosa llena de errores comenzó a desesperarla.