jueves, 4 de agosto de 2016

Sabor y saber. Placeres que juegan entre palabras

Nadie sabe si algo sabe o no sabe, sólo sabe quien lo prueba, porque sin probar, nada sabe.  Y pensando estoy que no se puede conjugar el saber de sabor en primera persona del singular, sin que suene a verbo corrupto, caducado, indecible, sin que sepa a sabor desabrido.  Así pues, que nadie sabe a qué sabe su sabor, si es que sabor tiene y si lo sabe, no lo ha dicho. Al menos yo no lo he escuchado.

Entonces, saber lo saben otros, los que han probado, pero el otro saber, el del que conoce, lo puede saber sin haber probado. Yo me quedo con el sabor del saber, porque el saber sin sabor pierde la exquisitez del disfrute mientras se prueba.


De saber unos saben y de sabor otros cuentan, pero saber de saborear no todos prueban.  Y no es lo mismo saber a qué sabe, que saber a qué se sabe, porque nadie se saborea a sí mismo, por lo tanto, saber de sabor, no sabe a nada si no es compartido.  Saberse a sí mismo pierde sentido si no es ajeno el gusto.

Y cómo saber si a ti te sabe igual que a mí me sabe.  Es como saber si hueles lo que yo huelo. Eso no lo sé y lo otro tampoco. Y es que quien prueba sabe, pero quien sabe, no siempre prueba.  Tal vez se conforma con saber lo que se dice, pero saber de sabor no se sabe si no se prueba.

El saber me sabe a poco, si no se mezcla con el néctar de otros sabores, ajenos, prohibidos, huidos.  El saber me desespera si es un saber sin sabor.  Ya no me conformo con saber sin probar, prefiero no saber, pero sí saborear.  No me digas que sabes a buen vino. Dame de tu vino y yo sabré si a ese sabor sabes.

Y termino este enredo, que no sé por donde vino, acaso por pensar tanto, se me enredaron los placeres.  Ya no sé si lo que quiero es saber, o dejar saber a qué sabe, mientras aprendo a distinguir el saber del sabor, o quizás, el sabor del saber.  Y es que de tanto pensar en el saber y el sabor, terminé pensando en los besos, que de saber seguro tienen poco, pero de sabor tienen mucho:

¿Cómo saber a qué saben
los besos que no se han dado?
A probar hay que atreverse
y con los ojos vendados
para que el sabor con el olor se quede
en el placer de los besos robados.
Y así, sabiendo a qué saben,
me escapo por fin de este saber
con el sabor que confunde

a los versos con los besos probados.

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