Escucho tu silencio y en él me
regocijo. Tu silencio es palabra y es
prosa. Tus ojos cantan y acarician,
mientras tus manos se esconden para no hacer ruido.
Tu silencio guarda el miedo a
equivocarte y deja en mí la incertidumbre de conocer tu error. Quiero oírte gritar, quiero tu desespero al
equivocarte otra vez. Es que no eres
perfecto y yo tampoco y de tu imperfección me quiero bañar, para que no me
queden dudas de que eres real, tan imperfecto y mundano, tan temeroso y
discreto.
Entrar en tu mundo sería como
perderse en un sueño, no importa si absurdo, no importa si eterno… y montar tus
palabras sobre las mías y hacer de la vida una poesía mientras me duermo en tu
sonrisa.
Que te busco y no te veo. Que estás en mi espacio y no puedo
tocarte. Que desapareces de mi abrazo
antes de poder alcanzarte. Es que el tiempo
se equivocó otra vez y te sembró en otro espacio.
Respiro profundo en busca de tu
aroma que se desvanece entre las nubes y cuando llego a ellas, te has ido a
acariciar otras flores, dejándoles tu rocío entre sus pétalos. De nuevo eres silencio, vuelves a ser espacio
que no puedo atrapar, mientras sigo sintiendo las caricias que vienen de tus
ojos y se entrelazan con las que salen de mis ojos. Y aunque queramos huir, ya nuestras miradas
se han atrapado y por más que se esquiven, se vuelven a encontrar.
Me duele tu adiós que desata mi
nudo y me recuerda que eres silencio. Me
duele tu abrazo que se convierte en viento y me despeina y me deja flotando
sobre las nubes. Me duelen los besos que
me he tragado, ésos que busco cuando tus ojos me acarician.
No quiero despertar, quiero que
sigas en mi sueño, aunque seas silencio, aunque seas rocío, aunque seas viento.
De tanto soñarte haré que seas real y te
entregaré mi silencio, para que con el tuyo formemos el silencio más perfecto,
el que sólo se escucha cuando dos almas que se aman, por fin logran
encontrarse.
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