viernes, 24 de julio de 2015

Sin adiós, sin despedida…

Se les fue de las manos, se les fue de la vida.  No supieron decir adiós, no quisieron decir adiós. Pero se fueron…como tantos. Emprendieron un nuevo camino, sólo con un mapa, sin planos que expliquen cómo, sin estrategias claras, sin pensarlo dos veces…como tantos.

Una pausa que creció más de lo que debía.  Y se hizo vida. Pero quedaron las marcas, los recuerdos, los planes, los sueños.  Y la vida siguió marcada por un espacio que se quedó, sin despedida.

Rincones decorados, fantasías soñadas, de eso había bastante… y aquella casa…la tuya, la mía, la de tu hermano, la de tus padres…

sábado, 18 de julio de 2015

Seguiré bailando...

Seguiré bailando, porque cuando bailo se calman mis penas y mi travesura sonríe.

Seguiré bailando, porque cuando bailo la música suena más bella, el tambor se introduce en mis venas, el cuatro se escucha más sonoro, las cuerdas del arpa se trasladan a mis piernas y las maracas se adueñan de mis pasos.  Mis pies ya no sienten el dolor de mi caminar por la vida, y la sonrisa se apropia de mi rostro que ya no la quiere dejar escapar.

Seguiré bailando porque cuando bailo siento mis raíces que saltan desde mi tierra y se muestran orgullosas de sembrarse en otras tierras y seguir creciendo, para sostener este tallo que a veces se debilita de tanto extrañar al suelo amado.

viernes, 10 de julio de 2015

Subiendo las escaleras

Limpiar las escaleras del polvo del recorrido. Colocar más andamios a la fe y al descuido. Adornar las pasarelas que conducen a desafíos. Y en cada escalón un mundo ya cumplido, un mundo por descubrir. Y encontrar bajo las alfombras paisajes que se quedaron en el camino. Bajar los escalones, contar los pasos y retomar lo no vivido.  Y de los paisajes que quedaron enamorarse de sus colores, de su perfume. Cómo evadir tanta belleza.

sábado, 4 de julio de 2015

Egoísmo

Llevaba ya muchos años peleado con la vida.  Quizás más de los que pudieran parecer.  Saltaba de un conflicto a otro sin darse cuenta de que cada uno había sido una oportunidad resuelta.  Y no aprendía. Veía al mundo en su contra, sin sentir el viento que soplaba a su favor.

Tenía muchas virtudes. Sabía amar, pero también sabía herir.  Sabía luchar, sin entregarse a la derrota, pero en su mente se sentía derrotado.  Sabía correr, era tan fuerte, que parecía imposible imaginarlo vencido ante la vida. Se exigía tanto a sí mismo, que cada día era un reto a sus propios miedos.  Sabía hacer amigos, pero no le interesaban demasiado, prefería pensar en su después, pasando por encima de su ahora.  Sus virtudes saltaban a la vista, con su presencia imponente, sus manos fuertes, sus hombros perfectamente definidos, como dispuestos a soportar muchos pesos y saberlos equilibrar.